Es preocupante que, después de una pausa de más de dos años, el Estado de Arizona esté a punto de reanudar las ejecuciones y haya programado otra para Aaron Gunches. Lamentablemente, es probable que más ejecuciones sigan en un futuro cercano.
Los obispos de la Conferencia Católica de Arizona (ACC, por sus siglas en inglés) permanecemos firmes en nuestra oposición a la pena de muerte, especialmente en esta era moderna. En ello, estamos unidos al Papa Francisco, quien ha abogado por el fin global de la pena capital.
Sin embargo, al hablar sobre la pena de muerte, es fundamental no olvidar nunca los horribles crímenes cometidos y la terrible pérdida que han experimentado las familias de las víctimas. Nuestra preocupación es por todas las personas que han sido víctimas de estos atroces delitos, y apoyamos la provisión de asistencia compasiva y profesional a las familias y seres queridos de las víctimas. ¡Oramos fervientemente por su sanación y para que sus necesidades nunca sean olvidadas!
Como obispos, nuestra principal oposición a la pena de muerte se basa en la enseñanza de la Iglesia Católica de que toda persona es creada a imagen y semejanza de Dios. Por esta razón, estamos llamados a defender la sagrada dignidad de toda vida humana.
También somos conscientes de los numerosos problemas asociados con la pena de muerte que entran en conflicto con los conceptos de dignidad humana y aplicación equitativa de la ley. En particular, en todo el país, incluida Arizona, el uso de la pena de muerte es preocupante porque a menudo está influenciado por factores como la ubicación geográfica y se impone de manera desproporcionada a personas de color y con recursos económicos limitados.
Además, el riesgo de ejecutar a una persona inocente no es una posibilidad remota. Más de doscientas personas en los Estados Unidos han sido condenadas erróneamente y sentenciadas a muerte, solo para ser exoneradas más tarde. Solo en Arizona, once personas han sido liberadas del corredor de la muerte después de que se encontraran pruebas que demostraban su inocencia.
La ejecución de prisioneros también puede ser problemática, ya que puede negarles una última oportunidad de redención y salvación. Como católicos, creemos que todos, incluso el peor pecador, tienen la posibilidad de recibir el perdón y reconciliarse con Dios mientras vivan. Si bien algunos reclusos en el corredor de la muerte buscan el perdón, la ejecución de otros cierra permanentemente esta puerta.
Afortunadamente, vivimos en una época en la que las cárceles modernas crean un entorno en el que la pena de muerte no es necesaria para garantizar nuestra seguridad. Nuestra sociedad puede lograr justicia y proteger a la población sin recurrir a la pena capital.
En consecuencia, la reanudación de la pena de muerte en Arizona es una decisión extremadamente costosa y plagada de muchos de los problemas mencionados. Contribuye a una cultura de la muerte que es demasiado común en nuestra sociedad y que estamos llamados a rechazar.
Como obispos de la Conferencia Católica de Arizona, alentamos, por lo tanto, a todas las personas de buena voluntad a unirse a nosotros en la oración y la defensa del fin de la pena de muerte, así como a orar por el alma de Aaron Gunches mientras se acerca la fecha programada de su ejecución.
Reverendísimo John P. Dolan
Obispo de Phoenix
Reverendísimo Edward J. Weisenburger
Administrador Apostólico de Tucson
Reverendísimo James S. Wall
Obispo de Gallup
Reverendísimo Eduardo Nevares
Obispo Auxiliar de Phoenix